Los organismos genéticamente modificados (OMG) son seres vivos que han sido alterados en su genoma usando técnicas (mutación, inserción y deleción de genes) de ingeniería genética. Estos organismos se usan para la investigación, la fabricación de productos terapéuticos, la terapia génica, la producción de animales de compañía, la producción industrial, la resistencia a plagas o herbicidas en las plantas, la composición de los alimentos mejorados, y el control de plagas en los cultivos agrícolas. Se trata pues, de una tecnología relativamente reciente con potenciales usos, pero que genera controversias en relación con los riesgos, las incertidumbres y las ventajas de los mismos.
Algunos de los riesgos más conocidos asociados a los OMG, mencionados entre otros por la UNESCO y portales tan reconocidos como Amigos de la Tierra, son: la toxicidad que pueden generar los alimentos modificados sobre las personas y animales que los consumen; la contaminación por las toxinas de los suelos donde se siembran los OMG; la diseminación de variedades transgénicas en otras plantas que no lo son y la contaminación subsiguiente de los ecosistemas con esto; las alergias provocadas en animales y humanos por su alimentación con OMG; y la resistencia a los antibióticos por parte de personas alimentadas con OMG cuyo marcador del gen modificado, sea un antibiótico. Entre los riesgos asociados a los OMG y que se contemplan a largo plazo, se encuentran la aparición de malformaciones asociadas a los descendientes de personas cercanas a los cultivos de OMG, por su alto contacto con los herbicidas.
A pesar de los múltiples riesgos asociados, muchos estados y empresas defienden sus ventajas. Monsanto es una de las empresas que afirma que con los organismos genéticamente modificados se puede solucionar el problema del hambre en el mundo. En cuanto a los estados, el catalán es el único estado español que permite los OMG, sus razones se centran en que éstos son motores de progreso y de ganancia. Sin embargo, gran cantidad de países en el mundo los permiten, como lo son: Colombia, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, entre otros.
Más allá de la controversia que se genera entre los riesgos biológicos de los OMG y las ventajas políticas y económicas de los mismos, un riesgo del cultivo de los OMG, que pareciere estar en el medio del debate, ha sido señalado por la UNESCO. Ésta organización ha catalogado como el más grave de todos los riesgos, la posible dependencia de los agricultores a las empresas dedicadas a la fabricación de semillas y pesticidas basados en tecnologías genéticas. Este señalamiento tiene de fondo una apelación a la participación que algunos sectores económicos tienen en la toma de decisiones, por encima de otros sectores que son excluidos y sobre los cuales recaen también algunos impactos de las decisiones tomadas.
La exclusión de algunos sectores en la toma de decisiones sobre los OMG, y la gran diversidad de posturas que se han mostrado, corresponden al debate todavía inacabado sobre el cultivo y el consumo de los OMG. La dimensión tan diversa de este debate, ha hecho que muchos autores conciban el problema de los OMG como un asunto de gobernanza. Para los autores que defienden esta postura, los riesgos de los OMG no son percibidos como algo inevitable sino como productos de una decisión.
Los ciudadanos, gobiernos y empresas, desde la perspectiva de la gobernanza sobre los OMG son los llamados a tomar decisiones de tipo social y político sobre el uso de los organismos modificados. El llamado que muchos autores han hecho recientemente a la gobernanza del riesgo en este tema, ha trasladado el debate del uso y las consecuencias de los OMG, al debate de la responsabilidad y la toma de decisiones a la población, los gobiernos, las empresas, entre otros. Esta nueva perspectiva abre la posibilidad de que ahora, la cuestión OMG se centre en el establecimiento de medidas precautorias o de elección personal sobre el consumo y el cultivo de estos alimentos.
El debate sobre los riesgos de los OMG que por tantos años se ha dado sobre cuestiones económicas, medioambientales, y políticas, parece no tener una solución definitiva. De ello, que nuevas posturas académicas y sociales estén apelando por una gobernanza en la toma de decisiones al respecto. Desde esta perspectiva, se introduce la participación social y política en la toma de decisiones privadas o comunes sobre un asunto que importa a la comunidad, con base en la información disponible sobre las ventajas y consecuencias del uso de los OMG.
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